sábado, 30 de abril de 2011

Leonora

Leonora Carrington
Autorretrato, 1938


Estaba destinada a crecer como la rica heredera de un magnate de la industria textil, pero desde pequeña supo que era diferente, que su capacidad de ver lo que otros no veían, la convertía en especial. Desafió las convenciones sociales, a sus padres y maestros, y rompió cualquier atadura religiosa o ideológica para conquistar su derecho a ser una mujer libre, personal y artísticamente.
Leonora Carrington es hoy una leyenda, la más importante pintora surrealista, y su fascinante vida, el material del que se nutren nuestros sueños.
Leonora vivió la más turbulenta historia de amor con el pintor Max Ernst. Con él se sumergió en el torbellino del surrealismo, y se codeó en París con Salvador Dalí, Marcel Duchamp, Joan Miró, André Breton o Pablo Picasso; por Max enloqueció cuando fue enviado a un campo de concentración. A Leonora se la confinó en un manicomio de Santander, del que escapó para conquistar Nueva York de la mano de Peggy Guggenheim. Se instaló en México y allí ha culminado una de las obras artísticas y literarias más singulares y geniales.
No es la primera vez que Elena Poniatowska retrata como nadie a una mujer excepcional. La increíble vida de Leonora Carrington es, en sus manos, una aventura apasionante, un grito de libertad y una elegante aproximación a las vanguardias históricas de la primera mitad del siglo xx.


Lee Miller - E.L.T.
Mesens, Max Ernst, Leonora Carrington y Paul Eluard,
Lamb Creek, Cornwall England, 1937
(Foto: Camera obscura)


Elena Poniatowska


Nació en París en 1932, pero con tan sólo nueve años se trasladó a México. Su carrera se inició en el ejercicio del periodismo. Por esta labor se le entregó en 1978 el Premio Nacional de Periodismo en México. Ha sido nombrada Doctor Honoris Causa por ocho universidades y galardonada con el Premio Nacional de Lingüística y Literatura en 2002. Entre sus novelas destacan: Lilus Kikus (1954), Hasta no verte Jesús mío (1969), Premio Mazatlán, La noche de Tlatelolco (1971), Premio Xavier Villaurrutia, Querido Diego, te abraza Quiela (1978), La Flor de Lis (1988), Tinísima (1992), Premio Mazatlán, La piel del cielo (2001), Premio Alfaguara, y El tren pasa primero (2007), Premio Rómulo Gallegos. También ha escrito cuentos, reunidos en De noche vienes (1979) y Tlapalería (2003), libros de entrevistas, ensayos y crónicas. Su obra ha sido traducida a más de una decena de idiomas y su trayectoria como periodista y escritora ha sido reconocida con múltiples premios nacionales e internacionales.


Textos de Seix Barral.

jueves, 28 de abril de 2011

Huerfanito littéraire


No sin antes perderse por las laberínticas calles de El Carmel, los sartencitos fueron llegando Al Gato y el Tobillo, residencia de Samedimanche, su santo y Elvis, el gato. Una acogedora mansión también conocida por Maelström Cottage, situada en las cumbres (algo borrascosas ese lunes de Pascua) y que no hay que confundir con las posadas vecinas de Al Paco y el Quincazo o la de Al Ruso y el Padrino (...estoy sintiendo tu perfume embriagador...). La Sartén Littéraire se reunió casi al completo, lamentando la baja de nuestro lobo Julián, que a causa de un catarro primaveral se quedó en casa guardando cama y agarrado a un buen vaso de groc (sospechamos doble de coñac). Por otra parte, cabe destacar que se unieron a esta sartén pickwickiana dos nuevas y encantadoras tertulianas: littleEmily, dickensiana de pro, y Mireia, de la familia Powerful.


En el apartado gastronómico, esta vez fuimos más comedidos, aunque nos saltamos olímpicamente la operación bikini. Lean si no la lista de nuestro menú, descubrirán que no es precisamente compatible con la Dunkan o el sirope de savia, ni apta para diabéticas aceleradas: deliciosas Jacked Potatoes con alubias y/o bacon, un riquísimo hojaldre de jamón y queso (aplausos ilimitados para Kira), butifarra dulce y croquetas (éstas algo deconstruidas, pero con todo su sabor!).


Hojaldre y croquetas deconstruidas


De postre: huevos y conejitos de chocolate, tartas caseras de chocolate y nueces una, de ciruelas con piñones la otra (aclamaciones prolongadas para la pastelera búlgara). Para beber: refrescos, vino tinto y cerveza. Con los cafés y licores, nuestra querida Belén Powerful nos ofreció unos dulces turcos, traídos directamente de Istambul, después del viaje de celebración por su reciente liberación laboral, una excelente noticia que también celebramos todos brindando (inmensas aclamaciones y clamores) al más puro estilo Pickwick!



Dickens, Charles.
Los papeles póstumos del Club Pickwick.
Traducción de José María Valverde.
Prólogo de Jordi Llovet.
Barcelona: Debolsillo, 2009.
ISBN: 978-84-8450-695-9.
1008 p.

Los papeles... gustó. Podemos decir que por minoría absoluta, teniendo en cuenta que gustó a los tres únicos sartencitos del grupo que la habían leído entera, pero también a los que la habían empezado. Recomendada quedó para los que la quieran repescar o terminar en un futuro. Ideal, dijo Samedimanche, para ir leyéndola por capítulos sueltos e intercalarla con otras lecturas. Si pierden el hilo, se recupera fácilmente y siempre proporciona muy buenos momentos, de aquellos que instruyen a la par que divierten. Fue también nuestra anfitriona quien de viva voz hizo un breve resumen de la trama, para que todos estuvieran al caso de lo que se comentó y que aquí pasamos a exponer:


Closeau, picarona ella, se lo pasó en grande con tanta picaresca. Advirtió que al principio se perdía entre la multitud de personajes, pero que rápidamente se identifica a los principales, de los que, sin duda, el más aclamado fue Sam Weller. Se proclamó con derecho a un spin-off que por lo visto Dickens no le escribió, aunque el mismo perfil de personaje sí se retoma en otras de sus novelas. Por cierto, de todas las novelas de Dickens, littleEmily y Samedimanche coincidieron en situar en el podio David Copperfield, seguida de cerca por Casa desolada, sin desmerecer el long seller Historia de dos ciudades y algo decepcionadas, valga la paradoja, por Grandes esperanzas.
Continuaron explicando anécdotas sobre la intensa vida de Dickens: la vida en familia en una cárcel de deudores, una infancia muy dura en las calles de Londres, su éxito en la prensa y la primera novela entre la crónica y la autobiografía, los largos paseos a lo Forrest Gump (solo o arrastrando al pobre Wilkie Collins y su pie maltrecho por la gota), o las giras dando charlas y conferencias con un éxito arrollador, ríanse ustedes de la Madonna de antaño o la Lady Gaga de ahora. Parte de esas giras están recogidas en Notas de América, un tour en el que coincidió con su antítesis de la oratoria, el soso de cojones Hans Christian Andersen. Concluimos el repaso por la obra de Dickens observando que leas lo que leas , siempre acaba apareciendo algún huérfano... lo que nos dio pie a ir sacando muchos más huerfanitos que viven en la literatura (Dickens encabezando el ranking), en el cine (¡¡¡la odiosa Annie!!!) o por doquier (Guillermo, sí el que se casa este viernes en Westminster).

Kate con la sartén por el mango


Ya ven, para variar, no tardamos en irnos por las ramas... La primera en caer de la sartén directamente a las llamas fue Jodie Foster, empujada por Raúl, por falsa y mentirosa. A continuación les tocó a Pé y Bardem. Los pusimos a parir por bailar con Prince (¿no sería el Sexy MF?), siempre tan simpáticos en los USA y en cambio aquí, unos bordes. Discrepancias entre Los diez mandamientos o Ben Hur, entre Charlton Heston o Yul Brynner... El momento de reproches y desaires concluyó con el rompe y rasga de Lupita d'Alessio y/o la Jurado entonando el Ese hombre (¡falso enano rencoroso!) de Manuel Alejandro.


Retomando la charla sobre Pickwick, Samedimanche arrebató a Toronto sus notas y las leyó en voz alta (ante el sonroje del muchacho). Tranquilos que no vamos a transcribirlas íntegras, sólo decir que se destacaba el tono optimista y bonachón de Pickwick (poseedor de un estoicismo admirable ante las adversidades más surrealistas), la descripción de una época ridícula con tanto puritanismo (¡un hombre en pijama en la habitación de una dama!), las situaciones hilarantes (los duelos, los juicios), el gusto por el buen vivir, unos personajes entrañables y un sinfín de tramas y cuentos intercalados que van mucho más allá del folletín amoroso que atraviesa el libro. En definitiva, una primeriza novela impresionante que Dickens escribió con todo el poderío de un genio. Especial mención final para el gran trabajo del traductor (todos con Closeau e Insonrible totalmente a favor de las siempre instructivas notas del traductor), ni más ni menos que José María Valverde! (sólo littleEmily entre los presentes conserva un ejemplar de la mítica traducción catalana de Josep Carner), así como el excelente prólogo de Jordi Llovet. En las ediciones de Alianza y de Mondadori, algunos pudieron disfrutar de las ilustraciones del malogrado Seymour y del obediente Phiz.



Dickens, Charles.
Los papeles póstumos del Club Pickwick.
Traducción de José María Valverde.
Prólogo de Jordi Llovet.
Barcelona: Mondadori, 2004.
832 pág.
ISBN: 9788439710684.


También hubo tiempo para el intercambio de recomendaciones, libros donde seguro que encontraremos algunos huérfanos.... Ahí van algunas: La hija de Robert Poste de Stella Gibbons; la biografia de Paticia Higsmith (una dulce geisha la señora...) por Joan Schenkar; una delicatessen de Persephone Books : Good Evening, Mrs Craven: The Wartime Stories de Mollie Panter-Downes; La Tía Mame de Patrick Dennis; Oscuro bosque oscuro de Jorge Volpi...

Sartencitos en las profundidades

Para la próxima sartén, dejamos el siglo XIX y regresamos al presente con una novedad editorial: Leonora, la biografía novelada de la pintora Leonora Carrington, escrita por Elena Poniatowska. La escogió Raúl... ¿Tendrá algo que ver Leonora Carrington con la Alexis Carrington de Dinastía, o lo que es lo mismo, con su idolatrada Jackie Collins? Quien sabe, nos adentramos en el apasionante mundo de los artistas surrealistas.

martes, 19 de abril de 2011

Al Gato y el Tobillo


Se acerca el día de una nueva reunión de La Sartén Littéraire. Podríamos haber quedado en Al Ciervo Blanco. O quizás en A la Urraca y el Tocón. Otra opción hubiese sido en San Jorge y el Buitre. Unos dirían que mejor en Al Pavo Real y el resto contestaría: numeran, numeran, viva la numeración... Pero no. Tampoco en Al Toro, ni en El Zorro bajo la Colina... pero nos vamos acercando. Os lo diré por fin: deberán indicar al cochero que conduzca los caballos (del coche de punto o de la diligencia, si vienen de fuera de la ciudad) enfilando las empinadas calles de The Carmel, destino a las altas cumbres donde se halla Al Gato y el Tobillo, la magnífica residencia y posada de Samedimanche, nuestra pickwickiana anfitriona.


(O los efectos de un ponche algo cargado)


La Sartén Littéraire se reunirá el 25 de abril, más mona que nunca en un lunes de Pascua, para transformarse por una tarde en el excéntrico club pickwickiano, donde jamás faltan excelentes caldos, suculentos fiambres, apetitosos dulces y, sobre todo, inagotables conversadores. Esta vez charlaremos entorno a Los papeles póstumos del Club Pickwick de Charles Dickens. Y de lo que se tercie, porque, como le pasó a Winkle en el episodio XXXVIII, esta comunidad de incansables elucubradores siempre acaba saliendo de la sartén para caer, dulce y cómodamente, en el fuego! Come on frying pan, light my fire!!!

lunes, 4 de abril de 2011

Sam & Sam

Joseph Clayton Clarke ( 'Kyd' ): Watercolour of Sam Weller, c.1890 (Wikipedia)

Qué sería de Don Quijote sin Sancho Panza, de Sherlock Holmes sin el doctor Watson, de Jeckyll sin Hyde, de Astérix sin Obélix... con el permiso del señor Pickwick, el personaje bombón de sus Papeles póstumos es sin duda Sam Weller, el criado fiel. Reverso de la aristocracia, erudición y elegancia de su amo, representa a la perfección la picaresca del pueblo llano – el deje cockney le delata- que Dickens conoció en sus carnes y que tan bien transporto a sus novelas. Poseedor de chascarrillos tronchantes, de una familia hilarante, todo un don Juan con las mujeres de su misma condición social, intrépido mensajero y ejecutor del trabajo sucio, discreto confidente... Pongamos las cosas en su sitio, como dijo aquel padre que le cortó la cabeza al chico para curarle la bizquera: ¿no les llama mucho la atención que tanto Pickwick como Weller tengan por nombre Samuel? Quizás porque Dickens les quiso por igual que ni pensó un nombre diferente para cada uno. Dos personalidades únicas que darían para mil aventuras por separado, pero que juntas crearon un tándem para los anales de la literatura universal. Más allá del nombre, son inseparables:


Mr. Pickwick and Sam Weller Liquor Container (Seaway China)